(Alfa y Omega. Victoria Isabel Cardiel C.),
Los militares que se hicieron con el poder en febrero del 2021 controlan el país con mano de hierro. Los ataques contra los lugares de culto también son frecuentes.
Tres años después del golpe de Estado que restableció el gobierno militar en Myanmar, el país vive inmerso en una guerra civil. Los rebeldes siguen luchando contra el Tatmadaw, como se conoce a la junta militar del país cuya pretensión de poder está respaldada por China y que reprime cualquier resistencia con puño de hierro. Desde febrero del 2021, los soldados han incendiado más de 88.375 viviendas lo que ha provocado la huida de cientos de personas que se han quedado sin hogar.
Los ataques a lugares de culto también son frecuentes. El pasado 11 de mayo 32 personas murieron en los ataques contra varios monasterios budistas en una población del centro del país, según testigos presenciales y medios locales recogidos por Europa Press. La mayoría de las víctimas fueron asesinadas a tiros en dos monasterios budistas en la aldea del municipio de Myinmu, en la región de Sagaing, donde se estaban refugiando de los militares.
Además, los bombardeos aéreos del ejército regular birmano alcanzaron esa misma semana una iglesia católica y una iglesia bautista en el pueblo de Lungtak, en el territorio de la ciudad de Tonzang, en el estado birmano de Chin, situado en la parte occidental de Myanmar. Según informaron entonces fuentes locales a la Agencia Fides, la iglesia católica bombardeada está bajo la jurisdicción de la diócesis de Kalay. El sacerdote local, el padre Titus En Za Khan, logró escapar junto con los fieles, quienes se refugiaron en los bosques circundantes. «La violencia sigue afectando a la población civil, sobre todo en el territorio de Sagaing, parte del cual pertenece a la diócesis de Kalay», declaró a la Agencia Fides una fuente católica local.
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