(Alfa y Omega. María Martínez López).
La organización Artículo 18, en defensa de la libertad religiosa, matiza que «el poder real está en el líder supremo» pero espera que el accidente debilite aún más al régimen.
Los defensores de los derechos humanos en Irán no prevén grandes cambios tras la muerte del presidente, Ebrahim Raisí, y el ministro de Exteriores, Hosein Amir Abdolahian, el pasado domingo en un accidente de helicóptero. Steve Dew-Jones, portavoz de la organización Artículo 18, que defiende la libertad religiosa en el país, relata a Alfa y Omega que más allá de las muestras de duelo en las calles, algunos iraníes «celebraron la muerte de Raisí y sus compañeros lanzando fuegos artificiales en algunas ciudades, incluida su localidad de origen, Mashhad».
Al mismo tiempo, «ya hay informaciones de un endurecimiento aún mayor de la seguridad». Ve «probable que el régimen busque aferrarse aún con más fuerza al poder con una renovada mano dura contra cualquier forma de disenso». Ya ha ocurrido en los últimos meses «con el regreso a las calles de la llamada Policía de la moral, a la que se ha grabado asaltando brutalmente y deteniendo a mujeres por llevar el hiyab de forma “impropia”». Era la respuesta del régimen de los ayatolás al movimiento Mujer, Vida, Libertad, que desde otoño de 2022 protesta por la muerte de la joven Jina Mahsa Amini.