La religiosa brasileña que participó en la última reunión del C9 asegura que la Iglesia no es inmune al racismo

(Alfa y Omega. Victoria Isabel Cardiel C.)

Por tercera vez consecutiva, el Papa abordó el pasado 15 de abril, junto al estrecho círculo de cardenales que le ayudan con el gobierno de la Iglesia universal, el papel de la mujer en la Iglesia. Como hizo en las sesiones de febrero y de diciembre les dio voz a ellas. En la última reunión participó la religiosa brasileña de las Hermanas de la Inmaculada, del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras (PIME), Regina da Costa Pedro. Presentó al Papa una panorámica de la situación real de las mujeres en la Iglesia en varias zonas geográficas del mundo.  

Por ejemplo, en Brasil hasta 1669 las mujeres negras no pudieron entrar en el convento. «Las mujeres blancas tenían que casarse para asegurar el asentamiento de la colonia y las negras e indígenas no contaban nada. El acceso a la vida religiosa, cuando se permitió, fue solo para las mujeres blancas pertenecientes a familias adineradas», explica. 

Una fotografía histórica que —según la religiosa brasileña— si bien ha cambiado, no dista demasiado de la sociedad actual donde «las mujeres negras ocupan un lugar más bajo en la pirámide social que las mujeres blancas en casi todos los aspectos». «En la iglesia, la realidad no es muy diferente. Vivimos en una sociedad en la que el racismo forma parte de su propia estructura, por lo que la Iglesia no es inmune a esta mentalidad y a este problema», manifiesta. 

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